De nada me sirvió caminar tanto, si hoy,
me encuentro en el mismo bosque de espinas.
Lleno de árboles rotos y rosas marchitas,
ríos de lágrimas, fotos del ayer...
disolviéndose en el agua.
De nada me sirve añorarte, soñarte, amarte.
Cuando las memorias de esta poeta
se convierten en su muerte al recordar,
tus besos, caricias, tu perfil...
que poco a poco se pierde en la oscuridad.
Mi carboncillo a penas plasma tu mirada melancólica, triste, solitaria y vagabunda...
siempre llena de nada, nada que pueda contar.
De nada me sirvió recorrer tu cielo
si no pude acortar la distancia,
aunque la música me traiga tu imagen
no logró encontrarte en mis sueños.
No encuentro los fragmentos de mi pequeño corazón,
roto, sucio, falto de pedazos perdidos en otros corazones.
Y en este bosque de un cielo gris, con espinas en mi cuerpo, clavadas profundamente como tu recuerdo, me encuentro en silencio llorando una fantasía que se vuelve a repetir una vez y otra vez, y otra, y otra.
Hasta que ya no existe nada más que mi utópico mundo
donde recostada en la hierba, ansiosa, desesperada, impaciente espero tú llegada una vez más.
me encuentro en el mismo bosque de espinas.
Lleno de árboles rotos y rosas marchitas,
ríos de lágrimas, fotos del ayer...
disolviéndose en el agua.
De nada me sirve añorarte, soñarte, amarte.
Cuando las memorias de esta poeta
se convierten en su muerte al recordar,
tus besos, caricias, tu perfil...
que poco a poco se pierde en la oscuridad.
Mi carboncillo a penas plasma tu mirada melancólica, triste, solitaria y vagabunda...
siempre llena de nada, nada que pueda contar.
De nada me sirvió recorrer tu cielo
si no pude acortar la distancia,
aunque la música me traiga tu imagen
no logró encontrarte en mis sueños.
No encuentro los fragmentos de mi pequeño corazón,
roto, sucio, falto de pedazos perdidos en otros corazones.
Y en este bosque de un cielo gris, con espinas en mi cuerpo, clavadas profundamente como tu recuerdo, me encuentro en silencio llorando una fantasía que se vuelve a repetir una vez y otra vez, y otra, y otra.
Hasta que ya no existe nada más que mi utópico mundo
donde recostada en la hierba, ansiosa, desesperada, impaciente espero tú llegada una vez más.
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