sábado, 27 de agosto de 2011

Yo el mar y tú la inalcanzable luna


No puedo hallar el final de mis lagrimas
y veo más hondas las huellas de tus besos
mientras diviso la cruel realidad de este amor
que se difumina con la belleza del anochecer.

Y a lo lejos se distingue tu aroma celestial
ni gardenias ni rosales pueden comprenderte
pues tu aroma es algo más que sobresale de las demás,
ese dulce aroma a lirios me envuelve locamente.

Si nuestro amor es prohibido, si no te tengo cerca,
si no estas a mi lado sé estas en un lugar más preciado
luchando constantemente para que pueda vivir en ti
como tu has llegado a vivir en mi.

Paso las noches en vela mirando la luna
y así mismo mirando tu angelical rostro
lleno de luz amando a la distancia
el cruel reflejo de tu amada agua del mar.

Que yacía tranquila en el lecho del amor
y ahora se encuentra en la peor tempestad,
poco a poco enviando sus olas desesperadas
buscando lo que no pueden encontrar.

Sólo encontrando piedras en la costa
que como dagas se clavan dañando su frágil alma,
la misma alma que te ama, la misma alma
de esta doncella que pena en el más horrendo silencio.

Ha quedado sin fuerzas de luchar contra el dolor
y es incitada con cada anochecer a flagelarse infinitamente
con el afán de sentir una vez más tus besos fríos
que saciaban con mentiras la sed de calor.

Dime que se siente morir noche a noche...
recuerdo que tú no lo sabes porque estas tan lejos,
tan lejos de este mundo mortal, tan lejos del amor,
tan lejos de sentir algo que no sea tu propio placer.

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