jueves, 20 de diciembre de 2012

Maldita mentira


Y de pronto entre la luz que envolvía nuestros cuerpos, que iluminaba nuestro dulce amor; apareció una sombra fría del ayer, nos golpeo el corazón con la fuerza del viento atacando a las montañas en una helada mañana, sacudió mi alma casi destrozando por completo mi felicidad al escuchar su sonar en mi mente y mis oídos.
            ¡Maldita lexía infame! ¿Eres tú quien hiere nuestro amor o será que no existió jamás tal idilio? ¿Explícame la finalidad de este amargo dolor? ¡Estúpida mentira! Te creí verdad, te creí las mil promesas, te creí una fantasía hecha realidad. Creí de tus bordes cada “Te amo” que no fueron más que palabrerías vacías de tu cruel actuación.
            ¿Por qué digo esto? – Preguntas tú, engañoso espíritu de siniestro amor – No es ya, prueba suficiente haberte hallado en brazos de tu fiel amante; degustando beso a beso el néctar de sus comisuras mismas que una vez…fueron engañadas en mis ardientes brazos. ¿No es prueba suficiente?
            ¡Vaya que cinismo amor mío! ¡Qué tremenda idiotez la mía! Haberme ilusionado ante tal falsedad, ante tu treta. ¡Felicidades! ¡Felicidades! Eres el mejor actor del mundo, por la vida juegas con el amor y los sentimientos de la gente. Pero ¿Qué sabes tú de ellos, si no puedes sentirlos?
            A poco desahogo, tantas horas. No son ni las cuatro de la mañana y sigo odiándote, tras cada ofensa, cada herida, cada blasfemia de mis labios al alma tuya. - ¡Basta ya! – dice mi razón con gran fortaleza, mientras que en lo más hondo y oscuro de mi cripta algo grita lleno de furia tu infiel nombre.
            Quiero que los minutos de mi pequeño reloj de mano, transcurran más rápido y con ello; poder observar tu infame sonrisa por última vez antes de que la noche caiga como ha de caer nuestro amor, como ha de verse tendido tu cuerpo inerte, como ha de observarse caer el agua de una casada, como ha de correr tu oscura sangre por mis manos.
            ¡Jajá! Al fin terminara mi suplicio, cuando el puñal de mi olvido se introduzca en eso que dices llamar tu corazón. ¿A caso tienes uno? Me pregunto con lágrimas en el alma. Cuando al mirarte por la calle, no quede ningún recuerdo vago de lo que fuimos una vez, cuando las tardes de otoño se vistan con un tinte sepia y no traigan para mi nostalgia empolvada de olvido.
            Las notas de mi esencia reposan ya, en un eterno sonar tan tranquilo como las olas del mar. Ya se han terminado los reproches de mi “odio” y mi “amor”, el agua en el pozo se ha calmado, ya no existe quién tire el cubo en su interior y saqueé el agua que se encuentra dentro.


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