Otro día para amarte, otro más para añorarte.
Despacio y sin prisa poder tocarte, a la pálida
luz de las velas mi tan querido amante. No hay más que olvidar el dolor del
presente futuro, futuro vago e incierto que habita mi confundida mente.
Sin embargo el tiempo se agota, el río que
alimenta nuestro pobre corazón ya no fluye hacía el océano, el reloj de la
arena de la pasión se queda sin granos que derramar hacía el mañana y el ayer.
El mar ha comenzado a arrancarme de la playa en
la que solía habitar, llena de gracia y armonía; sin embargo, gustosa recibo sus caricias efímeras. Me dejo
arrastrar hasta lo más hondo de su ser, para descubrir mundos nuevos, oscuros,
fríos y cálidos también.
Donde cada verso alimenta cada beso, donde cada
poesía nos llena de alegría, donde nuestro sentimiento son más que palabras
vacías para los dos, donde la relación literaria hace raíces en el alma y la
llena de amor.
Otro día en tu playa, en tu hogar.
Mientras dejo que la marea me acaricie
superficialmente, caricias que inundan el cuerpo y me atraen una vez más a
donde el destino llama hogar, dulce hogar. Acortando distancia entre el
impetuoso mar y separando a kilómetros esta playa tan querida.
No obstante, escribo mis pensamientos,
pensamientos tuyos más que míos. Vagos e inseguros pasos de este ángel sin
alas, que busca soñar y volar hasta su nueva ilusión sin poder desprenderse de
su playa.
Y escribo con ello, tú historia y la mía.
Adheridos y separados por el amor que una vez nos unió, por lo que fue y ya no
será jamás. Y no por ello, he de olvidarte ni remplazarte pues nadie ha de
llenar tu lugar.